La vocación del profeta se fundamenta en el servicio a la misión que Dios le encomienda.
Para muchos profetas, como Jeremías no fue tarea fácil. Al principio Jeremías se siente débil e incapacitado por su juventud para anunciar la Palabra de Dios, pero el Señor le dice hoy que no tema porque le va a convertir en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce.
El Señor, como canta el Salmo 70, será la roca fuerte si el profeta pone en El su confianza y esperanza.
La misión que se le encomendó a Jeremías, como la de Jesús, es muy difícil. Tendrá que denunciar la opresión, la injusticia y la infidelidad del pueblo. No le harán caso y Jeremías se lamentará, pero seguirá animando a su pueblo en el exilio.
Los cristianos hemos sido consagrados como profetas en el Bautismo, ¿cuál es tu misión hoy?, ¿Qué tienes que anunciar o denunciar a tu alrededor”…