Hacen falta hoy día profetas como Amós.

El profeta Amós, pastor y campesino del siglo VIII a. C., condenó la injusticia social y la violencia del lujo, la depravación religiosa y el formalismo de un culto vacío; anunció por vez primera el castigo del Día de Yahvé y el exilio del Reino del Norte.

Habló donde era preciso hablar y en el momento oportuno, que es cuando hablan los profetas y callan los maestros y sacerdotes que viven de su oficio. Por eso sus palabras resultaron insoportables.

Amasías denunciaría la predicación del profeta Amós ante Jeroboán II. Amós le responde enérgicamente y le dice que si él predica la palabra de Dios no lo hace por vocación humana o por simple interés, sino porque Dios le ha mandado profetizar contra Israel.

Él nos ha elegido desde toda la eternidad.

El prólogo de la carta a los Efesios es un himno y a la vez una auténtica oración, una contemplación teológica de todo el plan salvífico de Dios. El nos ha elegido desde toda la eternidad para ser sus hijos en su Hijo, para que vivamos una vida de amor y de acción de gracias, para reproducir en nosotros la imagen de su Hijo querido.

Cristo es así nuestro Señor y nuestro hermano: el que con su sangre borra nuestro pecado, y nos llena de la gracia y del favor del Padre. Cristo, nuestro hermano, es la síntesis y el cumplimiento del plan de Dios: en El, todos nosotros y toda la creación somos una sola cosa.

Jesús envía a los discípulos a proclamar la Buena Nueva.

Según la legislación judicial judía, para la validez de un testimonio se requerían al menos dos varones adultos. Los doce, enviados de dos en dos, serán testigos de Jesús, darán testimonio en favor de él en un momento en que los indicios de rechazo de Jesús empiezan a hacer su aparición con fuerza.

La misión de los doce no es para enseñar, sino para proclamar la conversión, que expresa un cambio radical de mentalidad, un giro copernicano en las categorías mentales, las cuales, a su vez, determinan la actuación del hombre. La misión de los doce busca provocar una transformación. Los doce deben ser ellos mismos signo visible de la conversión que proclaman.

El bastón y las sandalias, simbolizan el ir con lo imprescindible. La fuerza y credibilidad de su misión no estriban en los modelos socioeconómicos constituidos.

Tomemos nota de ello hoy día que creemos que lo fundamental son los medios empleados. Lo que cuenta de verdad es el testimonio auténtico y veraz. Jesús proclama la urgencia de dedicación a la proclamación de la Buena Noticia y advierte de la gravedad que lleva consigo el rechazo del proclamador o de su proclamación. Quien rechaza la Buena Nueva se pierde la alegría de recibirla.