En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
– Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Palabra del Señor
Declaración de amor son las palabras que el Señor nos dice hoy: «Como el Padre me ha amado, así os he amado Yo… Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos…». Palabras que abrasan el alma y que fueron, y son, una realidad viva y gozosa; palabras que resuenan ahora con la misma fuerza de la vez primera que se pronunciaron, con la misma intensidad, con la misma urgencia.

Pero el amor es cosa de dos. Dios nos ama con toda la grandeza infinita de su corazón. Sin embargo, el hombre puede quedarse insensible al requerimiento divino, puede decir que no, o lo que es peor puede responder que sí a medias, sin que esas palabras de correspondencia pasen de sus labios, sin decir que sí con el corazón, con las obras. Jesús nos urge insistente: «Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor». Está claro, no basta decir que se ama a Dios, hay que demostrarlo con una vida coherente y fiel al querer divino.

¡Alégrate, hermano mío, alégrate!. Surge de nuevo de tu vida muerta, di que sí al Señor que te habla de amor y recobra la dicha y la paz suprema.

ANEXOS:
1.- Por otro lado, se celebra hoy la “Pascua del enfermo”. La sabiduría es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios. Sabiduría del corazón es servir al hermano. Cuántos cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse, para alimentarse. Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano.

2.- Felicidades al Colegio San Agustín de Santander, a los PP. Agustinos, y a todos los que cursan y han cursado estudios en este colegio en el día de su fiesta. Ocho de Mayo, Nuestra Señora de Gracia.