En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo,
Santiago y Juan, y le dijeron.
— Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó:
— ¿Qué queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
— Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó:
— No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber o de bautizaros con el bautismo que yo me voy a bautizar?
Contestaron:
— Lo somos.
Jesús les dijo:
— El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizareis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reuniéndoles, les dijo:
— Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes les oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

Este domingo, el Señor, a la «voluntad de poder» opone la «voluntad de servicio».

Cuando la iglesia se aparta de esa estructura fraternal se aparta de la voluntad de Jesús, pues Él no ha venido al mundo para vivir como un señor, sino para morir como un esclavo.

Debemos ser servidores como lo fue Jesús. En este contexto celebramos la Jornada del Domund 2015 con el lema “Misioneros de la misericordia”.

A punto de comenzar el “Año de la misericordia”. Los misioneros anuncian la Buena Noticia del evangelio y la hacen realidad con sus vidas. Tienen tanta misericordia que ponen el corazón en medio de la miseria humana.

Son servidores de la humanidad, como Jesús. Son aquellos que en la Iglesia “en salida” saben adelantarse sin miedo y salir al encuentro de todos para mostrarles al Dios cercano, providente y santo.

Con su vida de entrega al Señor, sirviendo a los hombres y anunciándoles la alegría del perdón, revelan el misterio del amor divino en plenitud.

Por medio de ellos, la misericordia de Dios alcanza la mente y el corazón de cada persona. Aprendamos de ellos y seamos misioneros de la misericordia.