Son amigos de la infancia, han compartido toda una vida de clases en el colegio santanderino San Agustín y probablemente apuntes. Jorge Santamaría (18 años) y Sara del Barrio (17 años) ponen rostro este curso a las dos mejores calificaciones de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), antigua Selectividad, en Cantabria. Están a la cabeza de los 2.132 alumnos que realizaron el examen. Pero no hay rastro de vanidad. Están tranquilos porque la nota de corte de cada titulación ya no será un obstáculo; porque ha llegado el verano, y el tiempo de asueto, de dar carpetazo a dos años de un bachiller donde la PAU se convierte casi en una obsesión. Son conscientes de que les esperan unas buenas vacaciones. De hecho a esta hora ambos estarán disfrutando de un viaje a Mallorca con sus amigos, y eso es solo el principio.
«Dicen que este es el mejor verano de la vida», celebra Jorge Santamaría. A él, el día en que publicaron las notas de Selectividad, le sorprendieron dormido. «Me despertó mi madre y me dijo que había sacado una nota total de 13,86 (9,865 en la fase general) y bajé rápido al colegio para confirmarlo», comenta Santamaría. Entonces aún no sabía que era la máxima nota del examen cántabro. «Cuando te enteras que es la mejor calificación tampoco te sientes muy especial. Yo tenía la ambición de sacar la máxima nota. Si hubiera podido alcanzar un 14…¿Alguna vez alguien ha sacado un 14?», cuestiona. La suya es una ambición sana, de objetivos personales que parecen alimentarse con éxito desde las aulas del colegio San Agustín.
El pasado año el primer y el cuarto mejor examen de Selectividad también fue para alumnos de este mismo centro: Fernando Flor y Marcial de la Hera, respectivamente.
«Creo que nos preparan a conciencia desde el principio. Nos enfocan muy bien hacia el examen, hacemos muchos ejercicios y nos dan un plus de contenidos que nos sirven para tener una herramienta más que nos viene bien para resolver imprevistos en la prueba», concreta Sara del Barrio, con una calificación total de 13,48 (9,835 en la fase general) -la tercera mejor nota de este año fue la de Elena Anabitarte, del instituto La Albericia, con un 9,83; y la cuarta, el 9,82 de Arantza Alonso, del instituto José Zapatero, de Castro Urdiales-.
«Han comentado que el examen de Química fue complicado. La verdad es que pusieron algo que no era habitual otros años, un ejercicio difícil que ha hecho fallar a mucha gente. Los del San Agustín pudimos resolverlo porque conocíamos procedimientos que en otros lados quizá no se vieron», razona la joven, que se lleva una calificación media de 10 en el expediente de bachillerato, lo que merecería la máxima distinción académica. «Es una pena que exista un límite de una matrícula de honor por curso. Es un poco injusto. Más que nada porque esa distinción supone que te den una beca importante en el primer año de universidad», protesta ella. La matrícula fue para Jorge; aunque ambos compartían una calificación media de 10; pero así son los procedimientos burocráticos. «Deberían cambiar eso, nos lo merecíamos los dos», se suma Santamaría. A él le pagarán el primer año de matrícula de la Escuela de Ingenieros Industriales en la Universidad Politécnica de Madrid. «Podría haberme quedado aquí, pero me apetece salir de casa y tener la experiencia de estudiar en una ciudad grande como es Madrid. Maduras más», explica.
Ella no viajará tan lejos, se quedará en Santander y estudiará Medicina, porque la Facultad de la UC es una de las más reputadas de España. Cada año centenares de aspirantes pelean con las notas de corte para encontrar un pupitre en primer curso. «Afortunadamente no tendré problema con eso, es una tranquilidad», confirma después de dos años de estudio que a veces se han hecho duros. «Había ocasiones en que la competencia en clase era fuerte, pero bueno, supongo que eso pasa en todas partes, ¿no?», argumenta. Sus principios son otros: «Me gusta la Medicina porque lo he vivido en casa. Mis dos padres son médicos, pero también porque siempre me ha gustado ayudar a la gente, creo que me puede hacer muy feliz», remarca. Primero serán los seis años de la titulación y después los cuatro de MIR, «con la especialidad, que probablemente será Ginecología o Pediatría. No sé, aún es pronto.

art1

La recompensa al esfuerzo

Nadie les ha regalado nada. «A veces dicen que en el San Agustín nos inflan mucho la nota. Pues bien, ahora está demostrado que no es así. Que lo que hacemos es salir preparados», protesta Jorge Santamaría, que asegura haber sufrido esos rumores más de una vez. Ya no le importan. Vive enfrascado en su vocación, los números, y no pierde ocasión de enrolarse en todos los desafíos que se presentan. «El pasado año quedé segundo en la Olimpiada Regional de Matemáticas y conseguí bronce nacional y este año he quedado quinto, tenía un mal día», ironiza. Ha sido segundo en la fase regional de Física -y bronce en la nacional-, segundo también en Economía, y quinto en Dibujo Técnico. «Me gusta mucho participar porque sobre todo cuando vas a España te encuentras con gente que comparte tus intereses, que piensa de manera similar», aclara antes de dejar claro que lo suyo tampoco es una vocación obsesiva. «Hago muchas cosas más que estudiar. De hecho no estudio mucho en casa. Procuro fijarme bien en clase, en las explicaciones, y luego hacer los ejercicios, pero con eso me basta», concreta. En el tiempo libre, dedica buena parte de las tardes a su segunda pasión, el fútbol. Juega en la categoría primera juvenil del Pandas y al tiempo entrena en la escuela de niños de San Agustín. «Si te organizas, hay tiempo para todo», apunta.

Sara encaja más en un deporte individual como el tenis. «Hubo un tiempo en que competí mucho, pero me llevaba mucho tiempo, sobre todo por los desplazamientos a las comunidades vecinas. Ahora procuro entrenar todo lo que puedo, unos tres días a la semana, porque me ayuda mucho a despejar la mente. Algo fundamental para seguir estudiando».

Ahora tienen casi tres meses por delante para oxigenar el cerebro con estímulos diferentes a los que se encuentran en los libros. El próximo mes de octubre arrancará de nuevo el curso, y estos dos jóvenes prodigios darán un segundo paso tras haber elegido la carrera profesional a la que dedicarán su potencial intelectual, y toda su vida.

Diario Montañés. 29 de junio de 2015