En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos.
— Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
— Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte que me toca de la fortuna» El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo:
«Cuantos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo…
Palabra del Señor
Si hay una palabra que resuma el mensaje de la Cuaresma de este año es ésta: «misericordia».
El origen etimológico de la palabra revela un sentido más rico y profundo. En hebreo «rahanim» expresa el apego de un ser a otro. Para la mentalidad semita este apego nace en el seno materno o útero, es decir en las entrañas.
Nosotros diríamos que significa que una persona está en el corazón de otra: es el cariño, la ternura que se traduce en compasión y perdón ante el fallo de un hijo o de un hermano.
El padre del «hijo pródigo» fue ciertamente misericordioso, porque llevaba a su hijo en el corazón, en sus entrañas más profundas. Demostró que le quería porque formaba parte de su ser.
Por eso recibió a su hijo con los brazos abiertos, sin reprocharle nada. Le había perdonado incluso antes de que su hijo se lo pidiera.
Así actúa Dios con nosotros.
Querido oyente, esta semana te invito a sentir y a actuar según el corazón de Dios.