
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice:
– Me voy a pescar.
Ellos contestaban:
– Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice:
– Muchachos, ¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
– No.
Él les dice:
– Echad la red a la derecha de la barca y encontrareis.
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro.
– Es el Señor.
Al oír que era el Señor. Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaba de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces….
Palabra del Señor
La iglesia nació de Jesús, de su Espíritu, no del esfuerzo de sus discípulos. Es evidente que el esfuerzo y tesón de los discípulos también fue necesario, pero fue el Espíritu de Jesús, el Espíritu Santo, el que dio savia y vida a la primitiva Iglesia cristiana.
Cuando los discípulos de Cristo no han actuado movidos por la palabra y el espíritu de Jesús, la Iglesia se ha desorientado lamentablemente y ha perdido eficacia y fecundidad.
Los discípulos de Jesús se habían pasado la noche en el lago bregando como expertos pescadores que eran y no habían pescado nada, pero cuando se dejan guiar por el Maestro recogen tal cantidad de peces que las redes se rompían.
Lo que nos quiere decir el evangelista es que, si la Iglesia cristiana no se deja guiar por Jesús pierde eficacia y autenticidad y puede llegar a ser más que signo del reino de Dios, contra-signo. Y lo que decimos de la Iglesia en general, lo podemos decir de cada uno de nosotros en particular y de cada uno de los grupos y comunidades cristianas que formamos el conjunto de la Iglesia cristiana.
Hagamos un serio examen de conciencia sobre este punto, cada uno de nosotros en particular y cada uno de los grupos y comunidades que formamos el conjunto de lo que llamamos Iglesia cristiana.