1.- Se entona un canto apropiado, el ministro llega al altar donde se hace la exposición.

PANGE LINGUA

Pange, lengua, glóriosi
Córporis mystérium,
Sanguinisque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.

Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Virgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi ´semine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.

In suprémae nocte cenae
Recúbens cum frátribus,
Obseváta lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbae duodénae
Se dat suis mánibus.

Verbum caro panem rerum
Verbo carnem éfficit,
Finque sanguis Crhisti rerum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmándum cor sincérum
Sola fides súfficit.

2.- Se usa el expositorio con la custodia. El ministro inciensa el Sacramento.

3.- Oración inicial.

S: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
S: Oh sagrado banquete,
T: En que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su Pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura.

S: Oremos.
Oh Dios, que en el admirable sacramento de la Eucaristía nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
T: ¡Corazón de mi Jesús Sacramentado! Con mucha pena de no ser como Tú quieres que sea y con muchos deseos de ser como Tú quieres que sea, vengo a tener contigo este rato de conversación afectuosa junto a Ti, a los pies de tu Sagrario, donde has querido quedarte por mí, para Tu mayor gloria, honor de mi Madre Inmaculada y provecho de mi alma. San José enséñame a escuchar y a hablar a Jesús.
S:Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
T:Sea por siempre bendito y alabado.
Padrenuestro, avemaría y gloria.

4.- Lectura bíblica.

Lector:Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26)
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía”.
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía”.
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios.

5.- Reflexión (Lo hacemos posteriormente)

6.- Recitamos a dos coros: ADÓRO TE DEVÓTE / TE ADORO CON DEVOCIÓN

Te adoro con fervor, Deidad oculta,
Que estás bajo estas formas escondida;
A ti mi corazón se rinde entero
Y desfallece todo si te mira.

Se engaña en ti la vista, el tacto, el gusto,
Mas tu palabra engendra fe rendida;
Cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo,
Pues no hay verdad cual la verdad divina.

En la cruz la Deidad oculta estaba,
Aquí la Humanidad yace escondida;
Una y otra creyendo y confesando,
Imploro yo lo que imploraba Dimas.

No veo, como vio Tomás, tus llagas,
Mas por su Dios te aclama el alma mía;
Haz que siempre, Señor, en ti yo crea,
Que espere en ti, que te ame sin medida.

Oh memorial de la pasión de Cristo,
Oh Pan vivo que al hombre das la vida;
Concede que de ti viva mi alma
Y guste de tus célicas delicias.

Jesús mío, pelícano piadoso,
Con tu sangre mi pecho impuro limpia;
Que de tal sangre una gotita puede
Todo el mundo salvar de su malicia.

Jesús, a quien ahora mio oculto,
Te ruego des lo que mi pecho ansía:
Que, a cara descubierta contemplándote,
Por siempre goce de tu clara vista. Amén.

7.- Contemplación afectiva.

S: Señor, que estás presente en el Sacramento del Amor.
T: Te cantamos, amor de los amores.
S: Señor, que en la Eucaristía echaste el resto de tu amor.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que buscas una unión estrechísima con nosotros.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que aquí nos das el abrazo supremo de tu amor.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que por amor te entregaste a la pasión y a la cruz.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que nos has dejado aquí el memorial de tu amor.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que nos arrastras a amarte con todo el corazón.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que permanece en nosotros cuando te recibimos.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que tienes tus delicias en estar con nosotros.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que nos haces amarnos a todos con un solo corazón.
T: Te cantamos, amor de los amores.

S: Señor, que consumarás nuestro amor en la Gloria celestial.
T: Te cantamos, amor de los amores.

8.- Preces.

S: Bendice Señor a Nuestra Santa Iglesia Católica. Que Dios se digne fortalecerla, unirla, custodiarla en toda la faz de la tierra, vivificándola cada día, extendiéndola hasta los últimos confines del mundo, para que ella a través de nosotros sus miembros, glorifiquemos a Dios Padre Omnipotente. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a nuestro Santísimo Padre el Papa Francisco, a nuestro Obispo D. Manuel, sucesor de los apóstoles, y a todos los sacerdotes que rigen el pueblo santo de Dios. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a nuestro pueblo y sus gobernantes, para que haya justicia, paz y bienestar, en nuestra comunidad y en nuestra patria. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a nuestra familia y a toda nuestra comunidad parroquial. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a los que están en su trabajo o en su hogar y por el más necesitado de tu gracia. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a nuestros hermanos más pobres, a los que sufren alguna enfermedad, a los que se encuentran recluidos y privados de su libertad, y a los que no tienen trabajo, un techo seguro o un hogar. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a todos los niños para que reciban de los adultos un buen ejemplo, educación, respeto y amor. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice a todos los matrimonios, y especialmente a aquellos que se encuentran con problemas. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice también a los que menos se interesan por tu reino, por los que no te conocen, por los que son indiferentes a las necesidades de sus semejantes. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

S: Bendice los trabajos apostólicos y evangelizadores de nuestra diócesis, de nuestra parroquia, y de toda tu Iglesia. Oremos.
T: Te rogamos óyenos.

9.- TANTUM ERGO/ADORAD POSTRADOS

Tantum ergo sacraméntum
Venerémur cernui,
Et antiquum documéntum
Novo cedat ritui;
Praestet FIDES supleméntum
Sensuum deféctui.

Genitóri Genitóque
Laus et iubilátio,
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudation.
Amén.

Adorad postrados
Este Sacramento.
Cesa el viejo rito.
Se establece el nuevo.
Dudan los sentidos
Y el entendimiento;
Que la fe lo supla
Con asentimiento.

Himnos de alabanza,
Bendición y obsequio;
Por igual la gloria, y el poder, y el reino
Al eterno Padre,
Con el Hijo eterno, y el divino Espíritu,
Que procede de ellos. Amén.

10.- Bendición eucarística.

S: Les diste pan del cielo.
T: Que contiene en sí todo deleite.

S: Oremos.
Oh Dios, que por medio del misterio pascual de tu Hijo unigénito has realizado la obra de la redención del hombre, concédenos que este sacramento de piedad sea para nosotros signo de unidad y vínculo de caridad. Por Cristo nuestro Señor.
T: Amén.
S:Una vez que ha dicho la oración, el sacerdote o el diácono toma el paño de hombros, hace genuflexión, toma la custodia o el copón, y sin decir nada, traza con el Sacramento la señal de la cruz sobre el pueblo. (A continuación se pueden decir las alabanzas de desagravio)

11.- ALABANZAS DE DESAGRAVIO

Bendito sea Dios.Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO

No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames mucho. Háblame, pues, aquí, sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías a tu madre, o a tu hermano.

¿Necesitas hacerme a favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos: dime en seguida qué quisieras hiciese yo actualmente por ellos. Pide mucho, mucho; no vaciles en pedir: me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisiera consolar; de los enfermos a quienes ves padecer; de los extraviados que anhelas volver al buen camino; de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.

Dime por todos una palabra siquiera; pero palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón, y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón más especialmente ama?

¿Y para ti, no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes orgullo, amor a la sensualidad y al regalo, que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente…, y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos y tantos justos, tantos y tantos santos de primer orden que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad… y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes del cuerpo y del entendimiento: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios… Todo eso puedo darte, y lo doy y deseo me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas?, ¿qué puedo hacer por tu bien? ¡Si conocieses los deseos que tengo de favorecerte!

¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa?, ¿qué piensas? ¿qué deseas?, ¿qué puedo hacer por tu hermano, por tu hermana, por tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías para ellos?

Y por mí, ¿no sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas tal vez mucho y que viven quizá olvidados de mí?

Dime. ¿qué cosa llama hoy particularmente tu atención?, ¿qué anhelas más vivamente y que con qué medios cuentas para conseguirlo? Dime si te sale mal tu empresa, y Yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras interesarme algo en tu favor?

Soy, hijo mío, dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin prejuicio de su liberta, donde me place.
¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió?, ¿quién lastimó tu amor propio?, ¿quién te ha menospreciado? Acércate a mi corazón, que tiene bálsamo eficaz para todas estas heridas del tuyo.

Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago… recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser injustificadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí a tu lado me tienes; todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora, olvidadas, se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y Yo las volveré a tu lado si no han de ser obstáculo a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces participe de ella a fuer de buen amigo tuyo que soy? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas; quizás has visto disipados negros recelos, has recibido faustas noticias, una carta, una muestra de cariño; has vencido una dificultad, salido de un lance apurado…

Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a un padre: Gracias, Padre mío, gracias. El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.

¿Tampoco tienes promesa alguna que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón; a los hombres se engañan fácilmente; a Dios, no; háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado?, ¿de privarte de aquel objeto que te dañó?, ¿de no tratar más a aquella persona que turbó la paz de tu alma?

¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, miraste hasta hoy como enemiga?

Ahora bien, hijo mío, vuelve a tus ocupaciones habituales, a tu taller, a tu familia, a tu estudio…, pero no olvides la grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda en lo que puedas silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo.

Ama a mi Madre, que lo es tuya también, la Virgen Santísima… y vuelve otra vez a mí con el corazón más amoroso todavía, más entregado a mi servicio: en el mío encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.