Semilla

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo, «Enseguida, ven y ponte a la mesa»?
¿No le diréis más bien: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras cómo y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: «Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer»».
“¡Auméntanos la fe!”Los discípulos piden un «aumento de fe». Sobre el fondo de la incredulidad general, los discípulos también son conquistados por las tinieblas: no tienen la fe viva que descubriría en todo la presencia del Señor. En parecida situación se encuentra muchas veces el creyente de nuestros días.

El Señor en un primer momento, compara la fe con un grano de mostaza: es la más pequeña de las semillas; pero luego llega a ser un gran arbusto. No es que Jesús busque una falsa humildad de sus amigos, haciéndoles ver que en el reino nadie tiene que considerarse indispensable, sino que por la gracia de Dios el creyente entra a formar parte del reino, por tanto no hay otros méritos más que los de Cristo.

Después, Jesús utiliza un ejemplo sacado del contexto socio-cultural de su época para ilustrar su enseñanza sobre la humildad del hombre delante de Dios. De esta manera quiere enseñarnos que la verdadera humildad descansa en el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios.

La tarea del cristiano es ser consecuente con la fe en Jesús que le capacita para la construcción del reino. Pidamos al Señor, fe y coherencia para ser constructores y testigos de su reino.