Así se denomina a un tambor tradicional africano de reducidas dimensiones, parece ser que está pensado para manos pequeñas. Se toca girando el mango, bien sujeto con una sola mano o bien entre las palma de ambas, produciendo así un doble golpeo de las bolas colgantes en una y otra cara del tambor.
Aunque se trata de un instrumento muy utilizado, sobre todo, por los niños, en el norte de África se emplea para acompañar a otros instrumentos musicales. En algunas partes del sur de África los curanderos tradicionales los utilizan para fines rituales y de limpieza del espacio. De ahí que se le conozca también como “african spirit drum”, es decir “tambor de espíritu africano.

En su origen, se utiliza para entrenar monos y amaestrar a los monos. Aquí acaba mi disertación sobre el pequeño tambor, para empezar a imaginarme que si fuera posible debiéramos importar miles de ellos a nuestra amada tierra. No sé si sería exagerado pedir uno para cada habitante.

Nos metemos en el terreno de la magia, del uso que ciertas religiones hacen de este tambor, pero lo cierto es que aquí podíamos empezar a emplearlo para “conjurar el mal espíritu”, de los corruptos, los ladrones, los embaucadores, los envidiosos, los manipuladores, los demagogos, los prepotentes y tantos otros.
Pero sobre todo, eso, los podíamos emplear para adiestras y entrenar a los que “hacen el mono” en televisiones y demás espectáculos vendiendo su dignidad por un puñado de dólares, y mejor aún a los que manejan las televisiones tratándonos en ocasiones como si fuéramos animales a los que se les puede alimentar con cualquier tipo de basura mediática.

La música amansa a las fieras, ¡ojala amansase a todos los que rompen el ritmo de los demás, invaden nuestros espacios, ensucian nuestros espíritus y desean sobre todo con sus instrumentos materiales, económicos, de opinión y políticos que todos bailemos según el son de la música que ellos marquen!
Miro en mi estantería y allí tengo un tambor de estos, el mío no parece ser de origen africano, este tambor pueden encontrarse en múltiples culturas como en la japonesa, donde tiene el nombre de “denden daiko” o en el hinduismo y el budismo tibetano donde aparece como “tambor damaru”. Sea como fuere, en todas las culturas necesitamos amaestrar, entrenar a monos y conjurar los malos espíritus de los que nos manipulan y tratan como si los monos fuéramos nosotros.