El Papa Francisco, el 22 de diciembre tuvo su encuentro anual con la Curia Vaticana para intercambiar las felicitaciones de Navidad y en su discurso advirtió que si bien “es hermoso pensar en la Curia Romana como en un pequeño modelo de la Iglesia”, esta, está también expuesta a “enfermedades y tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor”. Y a continuación invitó al examen de conciencia y enumeró quince enfermedades.
La enfermedad de sentirse “inmortal”, es la enfermedad de aquellos que se convierten en amos y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos. La enfermedad del “martalismo”, la padecen los que están inmersos en el trabajo y dejan de lado el sentarse a los pies de Jesús.
La enfermedad del endurecimiento mental y espiritual, afecta a los que pierden “los sentimientos de Jesús”. La enfermedad de la planificación excesiva y el funcionalismo, el apóstol se convierte en un contable y ata de pies y manos al Espíritu Santo.
La enfermedad de la mala coordinación, con ella, nos transformamos en una orquesta que hace ruido, no música, porque sus miembros no cooperamos y no vivimos el espíritu de comunión y equipo. El Alzheimer espiritual, no es otra cosa que olvidar la historia personal con el Señor. La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria, los ascensos y honores se convierten en el principal objetivo.
La enfermedad de la esquizofrenia existencial, mal de los que viven una doble vida, una cosa es lo que predican y otra lo que hacen. Las habladurías, patología de los cobardes, de los que hablan a las espaldas. Divinizar a los jefes, arribistas y oportunistas. Indiferencia hacia los demás, con ella, se siente alegría al ver que otros caen, en lugar de levantarles y animarlos. La cara de funeral, o severidad teatral y pesimismo estéril.
La acumulación, supone llenar el vacío existencial acumulando bienes materiales. Los círculos cerrados, cáncer que amenaza la armonía del cuerpo de la Iglesia. La ganancia mundana, el apóstol transforma su servicio en poder.
El Papa termina diciendo lo siguiente “Hermanos, tales enfermedades y tentaciones son naturalmente un peligro para cada cristiano y cada curia, comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial y pueden golpear a nivel individual y comunitario”. A mí hoy solo me queda parafrasear a Jesús, “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.