Hace tiempo alguien me dijo: “si quieres entrar en los hospitales, a cualquier hora y sin ningún problema, hazte amigo de los bedeles”. Oí, pero no escuché, hasta que a fuerza de ir a los centros hospitalarios, verifiqué lo cierto del aserto.

Con los conserjes en algunos colegios ocurre lo mismo. Ellos te dicen “tienen orden” de que no se le pasen llamadas al Director, que a veces es cierto, y otras, pues no, y al final, ellos capitalizan la acogida, la información, la disponibilidad de los docentes. De tal manera esto es así, que aunque en la pirámide no sean los cargos rectores, al final actúan como si lo fueran.

En el campamento militar, era el sargento de semana el que te hacía la vida posible o imposible, y el Coronel permanecía ajeno a lo que sucedía porque no sabía ni siquiera de tu existencia.

He oído de monitores que tratan a los acampados como si estuvieran en Vietnam. Suelen vestir como si en realidad fueran militares y acaban dando órdenes como si los acampados tuvieran que convertirse en “Rambos”.

Me he topado con sacristanes que actuaban como si fueran Arzobispos. Denegando permisos, prohibiendo, dictando, imponiendo incluso costumbres en base a la tradición, al nuevo párroco. Ya saben, con el manido, “Aquí siempre se ha hecho esto así”, cuando no argumentan que “D. Fulgencio, el anterior párroco, siempre hacía esto o aquello”.

Con todo el respeto para quienes trabajan en empresas de seguridad privada, a veces he observado como algunos de ellos, se creen policías nacionales, incluso hasta detienen al personal mientras echan mano a una pistola.

En la infancia, para tener la razón inventábamos un pariente policía o guardia civil; si el otro chaval tenía o inventaba algún pariente en el cuerpo, había quien llegaba a emparentar con Franco para así poder organizar las cosas a su modo.

No sé si todos tenemos una querencia autoritaria y ordenancista, pero alguna vez hemos oído que al individuo que se le da un uniforme y se le coloca una gorra de plato, suele creerse general con mando en plaza.

Quinto Curcio, escritor e historiador romano dijo que “Los ríos más profundos suelen ser los más silenciosos”. Rabindranath Tagore, poeta bengalí, expresó bellamente aquello de que “¡Cuanto más grandes somos en humildad, más cerca estamos de la grandeza!”. Posiblemente ninguno de los dos necesitó nunca creerse un general y llevar gorra de plato.