He llegado a Cantabria, y poco a poco he ido aterrizando. Mi habitación es un caos informe, suena al Génesis. Toca ordenarlo un poco, o bastante.
Mi estadía en Babia se reduce a fotografías, a serenidad, a paz, y a un montón de “heridillas de guerra”, que van siendo costumbre cuando vuelvo.
Me acucia el tiempo y no tengo hecho el artículo, no he visto ninguna película, pero sí les voy a contar una, porque de ellas, de las buenas, también se aprende. Hoy les propongo, Master and Commander.
La acción trascurre a comienzos de 1805. Los mares son también campos de batalla en las Guerras Napoleónicas. Reino Unido manda a uno de los capitanes de su armada, al control de la fragata “Surprise”, a la caza del corsario francés “Acheron” que planea extender la guerra hacia el Océano Pacífico.
Aparte de la banda sonora y la fotografía, son sobre todo, los diálogos entre el capitán y su amigo, el doctor Stephen Maturin, los que a mí me aportan frases que uso como referente.
La primera es esa de “Las órdenes se subordinan al servicio”. Es importante tener claro el objetivo, por eso lo que haya que mandar y por tanto hacer, han de ser “órdenes concisas, acciones exactas…”
Hay ocasiones en que alguien te hace la vida imposible, y por más que repasas la historia común, no llegas a encontrar razonable tal persecución, como si de algo muy personal se tratara, y no puedes menos que preguntarte como Aubrey, aquello de “¿Qué le pasa a ese hombre? ¿Maté a un pariente suyo en batalla, a su hijo, tal vez?”
A veces quieres saber qué has de hacer por mejorar el mundo, y el capitán te da la solución: “Lo único que mantiene vivo a este pequeño mundo es el trabajo, la disciplina”.
Pero no todo son principios, el famoso capitán Aubrey nos reconviene como al doctor, advirtiéndonos, “Ha olvidado su lugar doctor…” cuando no seguimos la dirección marcada, o nos devuelve a la realidad confesando para abajar su y nuestro orgullo, que “No todos nos convertimos en el hombre que deseábamos ser”.
Comienza el curso, buena travesía y para no naufragar, paciente lector, por favor, nunca pierda el rumbo, sea coherente con sus valores, y de la “SURPRISE” a si mismo y a todos, de ser cada día mejor de lo que lo fue el día anterior.