El adolescente se sonrío cuando el profesor dijo aquello de “practicar amor del duro”. Sin inmutarse el profesor le miró y le preguntó ¿en qué pensaba al oír esa expresión que le producía tal sonrisa”. El muchacho se sonrojó, empezó a tartamudear, pero no fue necesario más, el maestro pensó que por el momento ya había aprendido algo.
Una alumna, pensando que aquella expresión encerraba mucho más, le preguntó al profesor, ¿Qué es practicar amor del duro?
El profesor habló despacioso, la miró, y le dijo, bueno, para ser concretos y breves, no es otra cosa, que practicar la autodisciplina.
Lo más difícil en el mundo es ser duro consigo mismo. Y es que las personas realizadas y felices, no son aquellas que hacen lo que más les conviene o lo más cómodo, sino las que tienen el valor de escuchar a su corazón y hacer lo sensato.
Aristóteles decía: “Todo lo que aprendemos a hacer lo aprendemos haciéndolo: los hombres se convierten en albañiles construyendo, y los arpistas, tañendo el arpa. De la misma manera, emprendiendo acciones justas llegamos a ser justos, realizando acciones de autodisciplina llegamos a ser disciplinados y realizando acciones valerosas nos convertimos en seres valerosos”.
Dejo mi mente vagar y creo que efectivamente, nuestras quejas sobre lo que nos pasa, sobre lo que otros hacen mal, sobre la juventud actual, tienen que ver claramente con la práctica de este amor duro.
Es probable que lo que falte a este mundo sea autocrítica y autodisciplina, pensar que podemos llegar más allá y obligarnos a realizar las tareas necesarias para conseguir el sueño.
Voy entendiendo, amor duro, es no saltar cuando uno tiene razón y esperar que hable el silencio y las obras. Amor duro es lo de educadores y familias con niños con grandes discapacidades, éstos en lugar de dejarse llevar por la situación, se fijan metas realistas, perseveran, trabajan hasta lograr lo impensable pero si realizable por el bien del enfermo.
Amor duro tiene que ver con perdonar, con levantarse una y mil veces, con hacer voluntariado, con ser “Simón de Cirene” para los crucificados del mundo.
Es triste tener que poner adjetivos a la palabra amor, pero quizá éste de “duro” sea hoy conveniente para entender que el amor es sacrificio, don de sí, salida de uno mismo y por supuesto, mucha, mucha autodisciplina.