En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras (es decir, sin lavarse las manos). (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen si lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús:
— ¿Por qué comen tus discípulos con mano impuras y no siguen tus discípulos la tradición de los mayores?
Él les contestó…
— Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.
Palabra del Señor
El peligro de aparentar y lavarse las manos ya es antiguo.
Perder de vista lo fundamental, lo que Dios quiere, para centrarse en cosas de menor importancia, las tradiciones de los hombres, no es algo nuevo.
Jesús confirma la doctrina de los profetas contra el «formalismo» en la práctica de la religión.
Pone en evidencia la deformación que lleva al hombre a «parecer bueno» más que «a serlo de verdad»; a preferir el cumplimiento «externo» de la ley al cambio real del corazón; a poner más atención en practicar con cuidado los «ritos» que en procurar la unión de corazón con Dios.
Lo que sale del interior del hombre es lo que cuenta, no lo externo.
Porque del interior del hombre salen las obras buenas y las malas. Jesús da un catálogo de las maldades que salen del corazón: fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
¡Qué retrato de una sociedad corrompida! ¿No se parece esta descripción a lo que está ocurriendo en muchos ambientes de nuestro mundo? Quizá también nosotros estamos un poco contaminados de estas maldades…
Recojamos el guante que nos lanza Jesús y purifiquemos nuestro interior.